La Institución lleva el
nombre en homenaje a Monseñor Feliciano González, hijo del trabajador (Fabri
Filius), era el lema episcopal del segundo Obispo de nuestra querida Diócesis
de Maracay. Quien a sus 24 años de fructífera labor pastoral y abnegada entrega
al pueblo de Dios en Aragua, su dedicación primordial fue: la vocación a los
humildes, los obreros, los pobres y los desposeídos, y como solía decir “hay
que morir con las botas puesta, como los samanes de pie”. Ordenado sacerdote
con apenas 22 años de edad, y luego consagrado obispo a los 41 años de edad,
este pastor se gastó y se desgastó por el evangelio de Jesucristo. Artífice de
la Carta Pastoral rubricada por Monseñor Arias Blanco y que detalladamente
describía la situación política dictatorial de fines de los cincuenta y que fue
un clarinazo para el despertar a la democracia. Es sabido, que solía recorrer
todo el estado con predilección hacia el sur, con voz profética hablaba que
hacia allá está el futuro de Aragua. En Barbacoas reposa su corazón físico como
homenaje y afecto por todos los servicios y animación que Feliciano realizó, a
favor de los pueblos del sur de nuestra región. Vale recordar su carta pastoral
“Aragua Tierra Fértil” donde nace nuestro seminario diocesano María Madre de la
Iglesia, el 02 de junio de 1.968, día de pentecostés. Nos decía Monseñor
Feliciano González en dicha carta que: “El sacerdote no se improvisa. El
sacerdote es el fruto de una formación profunda, paciente, delicada y de muchos
años,” “En el seminario los llamados por Dios se consagran al servicio de sus
hermanos” Feliciano hacía énfasis en lo importante de tener claro que
esto es una responsabilidad de todos. Este
fue su norte preferido, el Seminario. Lamentablemente el zarpazo de la muerte
nos lo arrebató cuando aún tenía muchísimo que dar.